Tijuana, Baja California, 15 de mayo de 2023.- La huella ambiental de la moda y la ropa de temporada rápida puede ser ignorada deliberadamente o simplemente imperceptible. Desde la materia prima hasta la elaboración de las tintas y la confección, la producción de textiles de ropa tiene un impacto serio en el agua y el aire.
José Carmelo Zavala Álvarez, director del Centro de Gestión e Innovación Ambiental (CIGA), señaló que la moda y la mercadotecnia impulsan una tendencia de consumo hiperactivo que nos lleva a compras incluso compulsivas y con ello, a la producción de una huella de carbono difícil de determinar debido a los diversos materiales y procesos involucrados en su fabricación.
Aunque puede parecer atractivo encontrar ropa extremadamente barata, esta paradoja implica un problema ambiental. Cada vez que compramos más, supuestamente ahorramos más, lo que nos lleva a una tentación de hiperconsumo. Sin embargo, hay una tendencia emergente en la que cada persona puede medir su huella de carbono individual y existen calculadoras específicas para ello. Esta tendencia nos hace reflexionar sobre la cantidad de ropa que tenemos en nuestro guardarropa, de dónde viene y cómo se produce.
“Su huella ambiental y la huella de carbono son difíciles de determinar debido a los diversos materiales y los muy diversos procesos y manufactura que generan una cadena de elaboración que además de ser muy larga, podría variar en distintos países”, agregó.
El experto ambiental, reiteró que es recomendable no comprar más de cinco cosas nuevas al año y revisar el guardarropa para ver lo que ya no se usa y regalar o vender estas prendas. Comprar ropa usada también es una opción. En términos generales, alrededor del 17% al 20% de las aguas residuales en el mundo proviene de procesos industriales textiles, lo que significa que el impacto de la moda en la huella de carbono del planeta es considerable.
La moda rápida es responsable de alrededor del 10% de las emisiones de CO2 en el planeta, lo que hace que sea un problema ambiental serio. Al respecto, el ingeniero bioquímico recomendó hacer una contabilidad de la ropa que se usa y de la que está en el clóset, para tomar decisiones más conscientes a la hora de comprar ropa. También es importante considerar la compra de ropa usada y limitar la cantidad de ropa que se compra al año.
“Hay una tendencia a comprar ropa usada, sin embargo, también existen personas que compran prendas solo para asistir a fiestas, seguir modas pasajeras o formar parte de ciertos grupos sociales, motivos que podrían hacer que la gente esté comprando lo que no necesita”.
Cabe destacar que no solo la fabricación de prendas tiene esta llamada huella ecológica, el traslado y la logística para para llegar del fabricante al consumidor también influyen en el ambiente, por si fuera poco, procesos básicos como el tipo de lavado y su frecuencia.
“Como cuando compras un carro, la huella de su fabricación es una que se suma a la generada por su operación, de cómo se usa, los kilómetros recorridos, el mantenimiento que se le da, etcétera. Otro ejemplo sería hablar de construir un edificio, también tiene una huella, los materiales, la edificación, operación, iluminación, refrigeración, es otro impacto que se genera” reiteró el egresado del Grupo LEAD por el Colegio de México.
En definitiva, es importante recordar que la moda y la ropa también tienen un impacto en el medio ambiente, existen medidas que cada persona puede tomar a fin de reducir la huella de carbono en la industria textil. Al hacer pequeños ajustes en la forma en que se compra y consume ropa, podría generarse una disminución de hasta un 25 por ciento de la huella de carbono del guardarropa personal.